
¿Qué hace tan especial al vino de Vergara Verde?
Cada botella de Vergara Verde encierra un proceso artesanal, cuidado al milímetro, donde tradición y precisión se funden para crear un vino verdaderamente exclusivo y memorable.
Todo comienza de madrugada, cuando la oscuridad y el frescor protegen lo más valioso: la uva. Solo las mejores uvas seleccionadas del año, con parámetros perfectos de madurez, acidez y aroma, son recogidas a mano y en cajas especiales que aseguran su integridad.
En la bodega, el proceso continúa con un respeto absoluto por la fruta. Desgranamos a mano, grano a grano, manteniendo el control y la sensibilidad que solo el trabajo humano puede ofrecer.
Y aquí ocurre algo mágico: gracias a las levaduras autóctonas que habitan nuestras paredes desde hace décadas, el vino fermenta de forma natural, sin aditivos ni levaduras añadidas. La fermentación se alarga más de un mes, generando matices profundos, redondos y complejos.
Tras este proceso lento y silencioso, el vino desciende al calado del siglo XV, a 15 metros bajo tierra. Allí, en barricas seleccionadas y en un ambiente perfecto de humedad constante y temperatura ideal, el vino inicia su crianza. Respira, evoluciona y se transforma.
Muchos de nuestros procesos son secretos, pequeños gestos que solo se comprenden al vivirlos de cerca. Por eso, quienes visitan nuestra bodega entienden por qué nuestro vino es tan especial. Porque no se trata solo de lo que se hace, sino de cómo se hace.
En Vergara Verde, el vino no se produce, se crea.
Con paciencia, respeto y un compromiso inquebrantable con la excelencia.